La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define sostenibilidad como "El desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social", en Informe Brundtland, 1987.

El desarrollo sostenible tiene como pilares las siguientes metas, incluidas en la Agenda 2030 de la ONU:

1 - Fin de la pobreza;

2 - Hambre cero;

3 - Salud y bienestar;

4 - Educación de calidad;

5 - Igualdad de género;

6 - Agua limpia y saneamiento;

7 - Energía asequible y no contaminante;

8 - Trabajo decente y crecimiento económico;

9 - Industria, innovación e infraestructura;

10 - Reducción de las desigualdades;

11 - Ciudades y comunidades sostenibles;

12 - Producción y consumo responsables;

13 - Acción por el clima;

14 - Vida submarina;

15 - Vida de ecosistemas terrestres;

16 - Paz, justicia e instituciones sólidas;

17 - Alianzas para lograr los objetivos.

 

El acelerado despilfarro de los recursos naturales, los impactos que la actividad humana ocasiona en los ecosistemas y en la biosfera, los altos niveles de desigualdad social y pobreza que enfrentamos y la falta de ética en la gestión corporativa son enemigos de un modelo de desarrollo sostenible, que pueda asegurar a las generaciones futuras las oportunidades y la calidad de vida que (todavía) disfrutan las actuales generaciones.

En 1983, Naciones Unidas invitó a la ex primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland a dirigir la nueva Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Tras décadas de esfuerzo para mejorar los estándares de vida a través de la industrialización, muchos países todavía lidiaban con la pobreza extrema y los costes medioambientales aumentaban. Estaba cada vez más claro que el desarrollo económico a cuesta de la salud ecológica y la equidad social no producía una prosperidad duradera, es decir, el mundo necesitaba encontrar una forma de armonizar la ecología y la cohesión social con la prosperidad económica.

Tras cuatro años de trabajo, la denominada “Comisión Brundtland” divulgó su informe final, “Our Common Future”, que alertaba sobre las consecuencias medioambientales negativas del desarrollo económico y la globalización, a la vez que ofrecía soluciones para los problemas derivados de la industrialización y del crecimiento de la población. Aunque actualmente asistamos a una evolución del concepto de desarrollo sostenible hacia el de desarrollo regenerativo, fue en ese informe donde surgió la definición de desarrollo sostenible que sigue siendo válida a día de hoy.

Fuente: BCSD Portugal – Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible.

Para conseguir la sostenibilidad plena es necesario integrar tres factores: económico, social y medioambiental. Se trata del denominado “Triple Bottom Line”.

• Económico – Relacionado con la producción, la distribución y el consumo de bienes y servicios. La economía debe contemplar la cuestión social y medioambiental.
• Social – Engloba a las personas y sus condiciones de vida, como educación, salud, violencia u ocio.
• Medioambiental – Se refiere a los recursos naturales del planeta y al modo en que son utilizados por la sociedad, las comunidades o las empresas. 

Fuente: Lisboa Green 2020

La huella de carbono es un indicador que calcula la cantidad de dióxido de carbono (CO₂) emitido a la atmósfera por una persona, actividad, evento, empresa, organización o gobierno. Muchas actividades de nuestro día a día generan emisiones atmosféricas de gases de efecto invernadero (GEI). Para obtener una noción de las cantidades, estos gases se pueden convertir en medidas de carbono, el dióxido de carbono (CO₂). Cuando calculamos la cantidad de carbono emitido en la atmósfera obtenemos la huella de carbono de una determinada persona, empresa o actividad. 

Al conocer nuestra huella de carbono podemos analizar los impactos que causamos en la atmósfera y los cambios climáticos provocados por la emisión de gases de efecto invernadero inherentes a nuestros consumos del día a día. Conocer nuestras emisiones de carbono, directas o indirectas, es muy importante para poder reducirlas y contribuir a la desaceleración del calentamiento global del planeta, mejorar la calidad de vida de las personas y reducir nuestra huella ecológica.