Ahorros: ¿qué hacer con ellos?
Noviembre de 2024 por Mario Pires
Ahorrar puede, y debe, ser algo más que crear una reserva y mantener el dinero parado. Aumentar el valor de los ahorros debe ser uno de los principales objetivos. ¿Cómo hacerlo? No poner todos los huevos en la misma cesta.
Apartar una cantidad que pueda ayudar a alcanzar futuros objetivos y dar respuesta a imprevistos es, para muchos, una idea cómoda, pero ahorrar puede y debe ser más que crear una reserva y mantener el dinero parado.
Depositarlo en una cuenta a plazo es quizá la opción más obvia, pero como los tipos de interés varían en función de la política de los bancos centrales, es poco probable que una rentabilidad que puede parecer atractiva dure muchos meses. Es más, los intereses que va a recibir difícilmente compensan la inflación. Así que, en vez de parado, este dinero está perdiendo su valor.
Aumentar el valor de los ahorros será siempre el objetivo y la primera regla para conseguirlo está relacionada con el viejo dicho “no pongas todos los huevos en la misma cesta”.
No poner todos los ahorros en una única inversión es un concepto clave –de diversificación del riesgo y el rendimiento– pero es solo el primero que hay que tener en cuenta. También es importante considerar cómo dividir el capital ahorrado y qué nivel de riesgo está dispuesto a asumir cada persona en relación con las cantidades deseadas para dar respuesta a los diferentes objetivos a lo largo de la vida: los actuales, los fijados para los próximos años y los que pueden surgir en un futuro más lejano.
Un riesgo excesivo puede provocar pérdidas de capital, pero lo contrario puede ser igualmente desfavorable, especialmente en periodos en los que la inflación persiste y proteger el valor real del dinero exige una mayor proactividad.
Tres cestas, tres horizontes de ahorro e inversión
A continuación, es necesario agrupar los requisitos y objetivos financieros en diferentes horizontes temporales, y después organizar los activos en distintas cestas que correspondan a cada horizonte. Se aconsejan tres cestas para tres horizontes:
- La primera cesta puede considerarse una cuenta corriente. Con un riesgo mínimo de inversión, se utilizará para financiar los gastos cotidianos y los planes a corto plazo.
- El segundo va a contener los ahorros que no se prevén utilizar en un horizonte próximo y que, por tanto, pueden investirse a medio plazo. Dependiendo de la etapa de la vida, de los gastos y planes de cada persona, el rendimiento puede ayudar a reponer la cuenta corriente e implementar planes futuros, o servir para reforzar el ahorro.
- En la tercera cesta se quedará la cantidad que no se tiene previsto utilizar durante muchos años y que puede servir como reserva para gastos mayores en el futuro, como ayudar a los hijos en la compra de su primera vivienda. Con el tiempo, puede que ni siquiera haya un objetivo fijado para esta cantidad y será un legado para la próxima generación.
En la práctica, para diversificar rendimientos y riesgos, cada cesta debería incluir diferentes inversiones, incorporando cuentas, fondos de inversión, fondos de pensiones y otras estructuras fiscalmente eficientes. Estas carteras se beneficiarán en gran medida de la visión y la gestión activa de los expertos en inversión, que detectan continuadamente riesgos y oportunidades en diferentes clases de activos, sectores y regiones.
¿Cómo construir cada cesta?
Para empezar, deben calcularse los gastos anuales y poner en la primera cesta alrededor de tres veces esa cantidad. Esto se debe a que históricamente las contracciones económicas han durado hasta 18 meses de media y garantizar una cantidad que cubra los gastos durante el doble de ese tiempo proporciona un “colchón” largo y cómodo si se reducen otras fuentes de ingresos. Y esto sin necesidad de vender activos en momentos en los que los mercados pueden estar a la baja.
El valor de la segunda cesta y su nivel de riesgo dependerá de la etapa de la vida en que se encuentre cada persona y de sus gastos. Cualquiera que tenga una fuente de ingresos segura (salario de un empleo, rentas de propiedades o beneficios de un negocio) que cubra los gastos y el nivel de vida deseado, puede optar por un valor y riesgo más elevados para obtener un mayor crecimiento de los ahorros invertidos. Más próximo a la jubilación, por ejemplo, un nivel de riesgo más bajo puede ser más cómodo.
Juntas, estas dos cestas deben cubrir las necesidades financieras en el futuro previsible. Esto significa que la tercera, constituida por valores que podrán dejarse de lado hasta más avanzada edad, podrá asumir mayor nivel de riesgo y beneficiarse de la capitalización a largo plazo. Esta cesta puede incluir, por ejemplo, la asignación a activos privados, lo que requiere una reducción de la liquidez y rendimientos en un horizonte más lejano. No obstante, es posible mantener estos activos en estructuras de inversión que permitan transferirlos rápidamente a los hijos o nietos.