¿Qué son las compras de activos de los bancos centrales?
Julio de 2024 por Ana Carrisso
No lo sabíamos en ese momento, pero en 2008 el entonces presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, inició el mayor experimento monetario de este siglo bajo las siglas QE (quantitative easing o estímulo cuantitativo). La autoridad monetaria de los EE. UU. lanzó su primer programa de compra de activos, una medida extraordinaria para tiempos igualmente extraordinarios.
El primer QE fue un programa de compras mensuales de MBS (mortgage backed securities) y deuda garantizada por agencias gubernamentales, que surgió después de que la Fed redujese, sin éxito, los tipos de interés hasta el nivel de emergencia de 0,25%. La lógica detrás de las compras de activos financieros es que el banco central, actuando como un comprador fuerte, aumentaría la demanda, provocando un aumento del precio de los bonos y, en consecuencia, la caída de los tipos de interés. Este descenso del rendimiento (Yields) de los bonos se reflejaría en los costes de financiación de los préstamos bancarios, lo que repercutiría en la economía real como un impulso al consumo y a la inversión, estimulando la subida de la inflación.
A pesar de que Bernanke fue duramente criticado por su heterodoxia, el QE se convirtió en una herramienta de choque que la Fed volvió a utilizar entre noviembre de 2010 y junio de 2011 (QE2) y entre septiembre de 2012 y octubre de 2014 (QE3), ampliándola a la compra de bonos del Tesoro de los EE. UU. Además, Bernanke puso en movimiento los mercados con la Operación Twist entre 2011 y 2012 (Maturity Extension Program o MEP, un programa que consiste en la venta de deuda del Tesoro a corto plazo y adquisición de bonos de largo plazo) e inició una política de reinversión a vencimiento de los activos presentes en el balance de la Fed.
Las compras de activos en Europa
En 2012, Mario Draghi agitó los mercados con su famoso “Whatever it takes”. Se convirtió en el hombre que salvó el euro con su brillante idea, el mecanismo OMT (Outright Monetary Transactions), que permitía al BCE comprar deuda emitida por países de la zona del euro en el mercado secundario y que nunca se ejecutó. El BCE implementó otros programas, como las TLTRO (Targeted Longer-Term Refinancing Operations), un mecanismo diseñado para estimular la economía de la zona del euro a través del canal crediticio, facilitando la financiación a los bancos a costes muy favorables, con la condición de que estes puedan transferir ese dinero a empresas y consumidores a través de préstamos.
Fueron los años del “lower for longer”, los tipos caían hasta niveles negativos, lo que llevaba a los inversores a pagar literalmente al emisor para mantener su deuda. El efecto no podría haber sido más pernicioso para los inversores, incentivando la búsqueda de rentabilidad en activos cada vez más arriesgados.
El impacto de la pandemia
La llegada de Janet Yellen a la Fed supuso una retirada muy gradual de los estímulos cuantitativos y la normalización de los tipos de interés. Pero en 2020, la institución, en manos de Jerome Powell, se vio obligada a lanzar el QR4 para hacer frente a la pandemia. El BCE lanzó el PEPP (Pandemic Emergency Purchase Programme), su propia versión del QE, un programa de compra de activos públicos y privados que duró de 2020 a 2022.
La rápida escalada inflacionaria de 2021–2022 hizo que las principales economías saliesen del lado oscuro: del QE pasaron al QT o quantitative tightening (retirada de los estímulos cuantitativos), con el ciclo de subidas de tipos más agresivo en cuatro décadas. Ahora prevalece el “higher for longer”, un contexto de tipos de interés más altos durante más tiempo, con la inflación resistiéndose obstinadamente al objetivo de los bancos centrales y el consumo aguantando contra viento y marea. Como inversores profesionales, reconocemos los aspectos positivos del regreso de la inflación a un mundo en crecimiento. Como gestores activos, acogemos con satisfacción las divergencias que han regresado al mercado, utilizando la volatilidad que los bancos centrales están provocando a nuestro favor.
Frank Herbert escribió en Dune: “La función más importante de la ecología es la comprensión de las consecuencias”. Algo semejante sucede con la economía: aunque imperfecta, es una ciencia que permite comprender las acciones de las instituciones monetarias para anticipar sus consecuencias para el mercado. En Fidelity, estamos esperando a que los bancos centrales escriban el próximo capítulo de sus políticas monetarias, bien sea con nuevas siglas o con otras que ya conocemos.