Inflación, deflación o estanflación: cada diagnóstico implica un tratamiento diferente

Ana Carrisso | Fidelity

Directora asociada de ventas, Fidelity International
Licenciada en Comercio y Administración de Empresas por LCCI, Ana Carrisso se incorporó al equipo de Fidelity International Iberia en 1998, donde ha desarrollado toda su carrera en el sector de la gestión de activos.

Septiembre de 2024 por Ana Carrisso

Desde 2022, Occidente se enfrenta a una subida de precios sostenida y generalizada que no se veía desde hace 40 años. La guerra en Ucrania ha catapultado el coste de la vida, obligando a los bancos centrales a subir los tipos de interés a un ritmo vertiginoso. Los precios no empezaron a desacelerarse hasta mediados de 2023, dando paso al actual contexto de desinflación (reducción de la inflación, pero manteniéndose por encima del 0%). Este regreso de la inflación se produjo tras 15 años de represión financiera, durante los cuales los ciudadanos se acostumbraron a convivir con la caída de los precios. La caída de los precios puede afectar a la economía de tres formas diferentes, ya que una situación de desinflación —en la que nos encontramos ahora— no es lo mismo que un escenario de deflación o de estanflación. Pero, para comprender estos fenómenos, primero es necesario entender qué es la inflación.

¿Qué es, por tanto, la inflación?

Según el Banco Central Europeo (BCE), en una economía de mercado es habitual que los precios de bienes y servicios fluctúen, subiendo unos y bajando otros. La inflación se produce cuando los precios suben de forma generalizada, de tal forma que “por cada euro, hoy se pueden adquirir menos bienes y servicios que ayer”. En otras palabras, la inflación reduce el valor del dinero con el paso del tiempo. Piense cuánto costaba un café en 2021 y compárelo con lo que cuesta ahora; este es un ejemplo claro del impacto de la inflación en la vida cotidiana de las personas. Controlar la estabilidad de los precios es la principal función de los bancos centrales. Estos actúan como médicos que efectúan un diagnóstico; el tratamiento que aplican se realiza a través de los tipos de interés, que actúan como referencia para fijar el precio del dinero. Así, cuando la economía muestra signos de “calentamiento” (escalada de precios), los bancos centrales aplican una dosis de subida de tipos de interés para hacer que las condiciones de financiación sean más restrictivas (las hipotecas y los préstamos se encarecen) y, por lo tanto, se reduce la demanda y, en consecuencia, bajan los precios.

Pero, ¿qué ocurre cuando caen los precios?

Aquí entra en juego el concepto de deflación, que se refiere a un contexto económico de caída generalizada y continua de los precios. La deflación afecta al bolsillo de las personas de una forma menos evidente pero más prejudicial para la economía, pues acaba provocando una contracción del crecimiento. Ante la evidencia de que los precios siguen cayendo, los consumidores aplazan sus decisiones de compra; los beneficios empresariales disminuyen y las empresas tienen más dificultades para financiarse, por lo que realizan recortes de costes que acaban traduciéndose en despidos, ya que, en muchos sectores, el mayor coste es la mano de obra. Ante este contexto macroeconómico, la receta que suelen aplicar los bancos centrales es una política monetaria expansiva, recortando los tipos de interés para provocar una flexibilización de las condiciones de financiación y, así, volver a incentivar el consumo. Japón es un ejemplo emblemático del impacto de la deflación: a finales de los años 80 era la segunda mayor economía del mundo y un competidor de EE.UU. en tecnología punta. Después, el crecimiento cayó en picado y la nación se estancó en los años 90, retrocediendo hasta pasar a ser la cuarta economía mundial. La inflación ha regresado recientemente a Japón, y su banco central ha empezado a subir los tipos de interés este año, por primera vez desde 2007.

Estanflación - lo peor de ambos mundos

La estanflación es el último fenómeno que afecta a la estabilidad de los precios. Se refiere a una situación en que partes de la economía crecen, pero otras están en recesión, por lo que también se conoce como “lo peor de ambos mundos”. Como resultado, la inflación aumenta, pero la economía no crece, lo que impulsa el desempleo. La crisis del petróleo de 1973 fue un escenario claro de estanflación que marcó la vida de los ciudadanos de todo el mundo. Es, normalmente, el escenario más difícil de diagnosticar y generalmente aquel que requiere más medidas para ser resuelto. El economista John Maynard Keynes afirmó: “La inflación es injusta y la deflación inoportuna”. Es deber de los bancos centrales monitorizar la economía para determinar en qué estado se encuentra la inflación en cada momento; el diagnóstico será fundamental para aplicar un tratamiento diferente al paciente y minimizar las consecuencias para el público.