El ABC de la inflación: todo lo que necesita saber

Mário Pires | Schroders

Head of Portugal
En este cargo, Mário Pires es el responsable de velar por los intereses y las necesidades de los clientes intermediarios e institucionales en Portugal, así como por el crecimiento del negocio en la región.

Septiembre de 2024 por Mario Pires

Inflación es un término que ha pasado a formar parte de nuestro día a día en los últimos años, pero ¿sabemos de qué hablamos cuando hablamos de inflación?

¿Qué es la inflación?

La inflación es un cambio en los precios. Los precios están sujetos a variaciones: unos suben, otros bajan. Cuando hay un aumento generalizado, permanente y sostenido de los precios de los bienes y servicios estamos ante un escenario de inflación. 

¿Cómo podemos medir la inflación?

La inflación se mide utilizando un índice de precios al consumidor. Este cálculo se realiza en función de los cambios de precio: para ello se evalúa el coste de un conjunto de productos esenciales, como los alimentos, ropa, transporte y energía, y se monitoriza la variación de su valor a lo largo del tiempo. Normalmente, son los gobiernos los que calculan las estadísticas oficiales de inflación al consumidor. 
Con todo, existen otras formas de medir la inflación. La inflación de los precios de producción, por ejemplo, sigue los precios que pagan los fabricantes por las materias primas necesarias para fabricar sus productos. Los precios de la vivienda y energía tienen también una metodología propia.

¿Qué provoca la inflación?

Hay dos tipos principales de inflación que ayudan a comprender cómo los precios pueden subir en una economía:

  • Inflación de costes (o llamada "cost-push inflation"): cuando los costes de producción de bienes y servicios aumentan, los consumidores se enfrentan a un aumento de los precios de los productos finales. Por ejemplo, si el precio del petróleo sube, los costes de transporte y producción también suben, lo que lleva a un aumento general en los precios de los productos.
  • Fomentar la demanda (o el llamado "demand pull"): los precios también pueden subir cuando la demanda de determinados bienes y servicios excede la oferta disponible en el mercado. Por ejemplo, durante las temporadas festivas en que existe una mayor demanda de determinados productos, los precios de ese producto pueden subir debido a la elevada demanda.

En la actualidad, la inflación se ve impulsada principalmente por la presión de los costes. La energía es un componente de la mayoría de los bienes y servicios, y cuando el precio sube, los productores tendrán que reflejar estos ajustes en sus costes.

¿Qué es el “núcleo” de la inflación?

La inflación subyacente, también conocida como núcleo de inflación (core inflation), es una medida que busca identificar tendencias a largo plazo en los movimientos de los precios, excluyendo los efectos de factores temporales o volátiles, como los precios de la energía y los alimentos no procesados.
Al excluir estos elementos, se obtiene una imagen más clara de las tendencias subyacentes de los precios. Los artículos básicos incluyen bienes esenciales (como los gastos en educación, telecomunicaciones y sanidad) o no esenciales, como las comidas en restaurantes y ocio.
Sin una gestión económica cuidadosa, corremos el riesgo de asistir a sucesivos aumentos en los salarios y los precios de los artículos esenciales, lo que podría dar lugar a “espirales salarios-precios” desestabilizadoras. En este caso, las expectativas de inflación se convierten en una profecía autocumplida. Como resultado, los precios suben o quedan “desanclados”.

¿Por qué se considera un problema la inflación excesiva? ¿Para quién es mayor este problema?

El peligro más obvio de la inflación es que, si los precios suben más rápido que los ingresos, la gente pueden comprar menos bienes y servicios, lo que supone una caída en el nivel de vida.
En la práctica, los efectos negativos de la inflación son más sutiles, afectan a diferentes grupos de diversas maneras y tienen un efecto desestabilizador más amplio en la sociedad. Por ejemplo, es más difícil para quienes tienen ingresos fijos, como los pensionistas; puede reducir el valor de una moneda en relación con otras monedas, encareciendo las importaciones; la dificultad de planificar los costes futuros puede disuadir a las empresas de invertir; o puede llevar a los trabajadores a exigir salarios más altos, creando una "espiral salario-precio" de inflación adicional.