Intereses compuestos: no es magia, es consistencia

Ana Carrisso | Fidelity

Directora asociada de ventas, Fidelity International
Licenciada en Comercio y Administración de Empresas por LCCI, Ana Carrisso se incorporó al equipo de Fidelity International Iberia en 1998, donde ha desarrollado toda su carrera en el sector de la gestión de activos.

Noviembre de 2024 por Ana Carrisso

¿Qué es el interés compuesto? Varias citas, dudosamente atribuidas a personajes famosos como Albert Einstein, se han popularizado para referirse al interés compuesto en el mundo financiero como la octava maravilla o la fuerza más poderosa del mundo. Hay incluso quien habla de magia del interés compuesto. Pero no es magia: es el fruto de reinvertir los beneficios y de una estrategia que ha demostrado que funciona para preservar el patrimonio a largo plazo.

Desde 2010, el Consejo Nacional de Supervisores Financieros publica cada cinco años una encuesta sobre la educación financiera de la población portuguesa, que suele funcionar como un buen termómetro de la evolución del nivel de inclusión financiera en Portugal. La última encuesta, realizada en 2020 y publicada en septiembre de 2021, mostró que, para aproximadamente el 60% de la población portuguesa, el ahorro continúa siendo una prioridad. Sin embargo, menos de la mitad de los encuestados respondió correctamente a la pregunta sobre el cálculo del interés simple (42,5%) y menos de un tercio respondió correctamente a la pregunta sobre el interés compuesto (31%).

Un árbol que da frutos

La analogía con un árbol frutal que produce semillas puede ser una buena forma de entender como funcionan los tipos de interés compuesto (el famoso compounding al que se refieren muchos gestores de fondos). Imaginemos que plantamos en nuestro jardín un árbol muy especial. Es un árbol que solo da frutos una vez por año. Cada uno de estos frutos tiene semillas que, si se plantan, crecen y dan lugar a nuevos árboles que dan más frutos. Así, el segundo año tendríamos un árbol con frutos que nació el primer año más otros nuevos árboles que habrían nacido de sus semillas y que ahora también están dando frutos por primera vez. Si repetimos este proceso cada año, acabaremos teniendo un gran huerto. Además, podríamos dar algunos de esos frutos a nuestros hijos para que ellos puedan, a su vez, plantar ese árbol y beneficiarse de su crecimiento.

El interés compuesto funciona de forma semejante. Cuando invertimos dinero (el árbol original) y este genera retornos positivos (los frutos), si en lugar de retirar esos rendimientos los dejamos plantados junto con el capital original, al año siguiente no solo recibiremos intereses sobre la inversión original, sino también intereses sobre lo que ya hemos ganado (las semillas que se han convertido en nuevos árboles). Lo bueno del tipo de interés compuesto es que este proceso va generando un crecimiento cada vez mayor del dinero al largo tiempo, sin necesidad de esfuerzos adicionales, y por eso es una estrategia tan atractiva para los inversores con la vista puesta en el largo plazo.

Interés simple vs. interés compuesto

Otra forma de entender su funcionamiento, esta vez con números, es comparar las nociones de interés simple e interés compuesto. Para empezar, el interés simple siempre se calcula sobre la misma cantidad invertida, es decir, nunca va a generar nuevos intereses. Por ejemplo, un inversor que tenga un capital de 1.000 euros que invierte con una rentabilidad anual del 10% al año, al final de ese año habrá obtenido un beneficio de 100 euros, que retira para gastar. Si al año siguiente invierte nuevamente esos 1.000 euros con una rentabilidad del 10%, al final de ese periodo tendrá otra vez un beneficio de 100 euros, y así sucesivamente

Pero si, en vez de gastar esos 100 euros, el inversor los hubiera dejado en la cuenta con el resto del capital invertido, podría empezar a generar intereses compuestos. Así, en lugar de invertir 1.000 euros, en el segundo año empezaría con una inversión inicial de 1.100 euros, y al final de ese año la rentabilidad del 10% sobre el capital generaría un beneficio superior de 110 euros.

El legendario inversor Warren Buffett dijo una vez: “No es necesario hacer cosas extraordinarias para conseguir resultados extraordinarios”. Si hay algo mágico en el tipo de interés compuesto, tal vez sea eso: no es necesario realizar grandes operaciones ni poner el mercado patas arriba en busca del activo perfecto. Solamente es necesario ser constante y tener una visión a largo plazo para recoger los frutos.