El impacto del actual régimen de política monetaria

André Themudo | BlackRock

Líder dos segmentos de Wealth y Asset Managers na Península Ibérica
Desarrolla relaciones con gestores de activos españoles, portugueses y de Andorra, bancos privados y de retazo, family offices y plataformas de distribución. Esto incluye la distribución de Mutual Funds, Estrategias de Indexación y Soluciones de Inversión para clientes de wealth.

Julio de 2024 por André Themudo

El actual contexto de política monetaria: ¿qué impacto puede tener en el mercado?

Tras la pandemia, el mundo ha experimentado una gran transformación y hemos entrado en una nueva. Este hecho no solo cambió las normas sociales, sino también dejó una huella clara en la economía mundial. La pandemia actuó como catalizador de uno de los ciclos de subidas de tipos de interés más rápidos y agresivos de la historia reciente, en respuesta a la elevada inflación derivada de las dificultades en las cadenas de producción y la disminución de la mano de obra. Tras la crisis sanitaria, los gobiernos de todo el mundo adoptaron medidas de estímulo sin precedentes en sus economías para mitigar las consecuencias financieras. Esto, a su vez, impulsó un aumento significativo de las tasas de inflación, lo que llevó a los bancos centrales a iniciar una senda de endurecimiento monetario, alcanzando los niveles anteriores a la crisis financiera de 2009.  

Nuevo contexto de mercado

Dada la singularidad de esta situación, consideramos que nos encontramos en un nuevo contexto de mercado, donde las estrategias y conclusiones del pasado no se aplican a este nuevo escenario. Ahora estamos asistiendo a una mayor dispersión tanto en el comportamiento y resultados de las empresas, como en los datos económicos, y esto hace que cada vez sea más difícil estimar el crecimiento y la inflación. Sin embargo, esta situación de elevados tipos de interés no ha frenado el crecimiento de las economías, logrando equilibrar la reducción de la inflación con el mantenimiento del crecimiento. Y este ciclo de subidas de tipos ha sido diferente de otros momentos del pasado, porque tanto las familias como las empresas se encontraban en una situación muy saneada. En los balances, los niveles de endeudamiento eran muy bajos y los hogares presentaban ratios de ahorro elevados en comparación con la media histórica, tras lo acumulado durante la pandemia.

En consecuencia, no asistimos a una debilidad en el componente microeconómico como en el pasado, y el ciclo de subidas de los tipos de interés no ha afectado en gran medida a las condiciones financieras de empresas y hogares. Sin embargo, los últimos años han sido un gran desafío para los inversores, que intentan realizar una asignación de activos eficiente en un contexto sin precedentes.

La necesidad de estar activo

En este nuevo contexto, creemos que es más importante que nunca ser activos dentro de la cartera de inversiones, revisando nuestra asignación de forma periódica y analizando sus fuentes de riesgo. Los mismos estándares de rentabilidad y riesgo del pasado no se aplican a este nuevo escenario y, por ejemplo, en los últimos años, hemos visto como las acciones y los bonos se han desplazado codo con codo en la misma dirección. Esto dificultaba que los inversores encontraran refugio en medio de un cambio de política monetaria, donde la mayor incógnita era saber hasta qué punto los bancos centrales subirían los tipos de interés y cuando empezarían los recortes. 

Este escenario de tipos de interés elevados puso en jaque, durante el periodo de subidas, a empresas cuya actividad depende de flujos a largo plazo, como el sector tecnológico, y a segmentos más sensibles al endurecimiento de las condiciones de financiación, como las pequeñas y medianas empresas. El hecho de que los activos libres de riesgo ofrezcan mayores rentabilidades pone en entredicho la rentabilidad esperada de las acciones, por lo que los inversores exigían más a esta clase de activos y eran sensibles a las valoraciones. 

Dinamismo en la asignación de activos

Además, los bonos han experimentado, durante los últimos años, un aumento de sus rendimientos (yields) que, aunque haya afectado negativamente a los inversores que invirtieron en el movimiento de los precios de los bonos, ha elevado los niveles actuales a niveles que no se habían visto en décadas. Por ejemplo, las duraciones elevadas proporcionaban a la cartera una volatilidad inusual, y encontramos los mismos niveles de rentabilidad en las partes cortas. Por lo tanto, ahora defendemos el dinamismo en la asignación de activos y reconocemos que es posible que las reglas del pasado ya no se apliquen a este nuevo contexto. 

En definitiva, creemos que conviviremos con una situación de tipos altos durante más tiempo y que las economías no volverán, a corto plazo, a los niveles de tipos de interés del pasado. La inflación seguirá siendo persistente, aunque controlada, por lo que los bancos centrales mantendrán los tipos en una posición restrictiva durante más tiempo.