Flexibilidad, la receta para lidiar con la incertidumbre que rodea a la Fed
Julio de 2024 por Ana Carrisso
¡Cómo la vida puede cambiar en seis meses! A principios de 2024, nuestro escenario base atribuía una probabilidad del 60% de una recesión cíclica. En la revisión de nuestras perspectivas macroeconómicas para el segundo trimestre, nuestros expertos redujeron esa probabilidad al 20%, y ahora el escenario central con el que trabajamos en Fidelity es un aterrizaje suave, con una probabilidad del 40%. Lo cierto es que, en estos meses, los mercados no han hecho más que intentar adaptarse lo más rápido posible a los diferentes mensajes que ha ido emitiendo la Reserva Federal: si 2024 comenzó con la expectativa de hasta seis recortes en los tipos de interés, ahora el consenso es de no más de un recorte en lo que queda de año.
No éramos ajenos a esta revisión de las previsiones. Estamos trabajando bajo el supuesto de que la Fed no tocará el precio del dinero hasta, al menos, el cuarto trimestre del año. Es posible que ni siquiera baje los tipos este año. Y, cuando lo haga, pensamos que volverá al mantra de los últimos tiempos: cualquier decisión monetaria futura dependerá de la evolución de los datos macroeconómicos.
Las elecciones en los EE. UU.
Este giro en las expectativas del mercado refleja una vez más la falta de coherencia de la Fed en su comunicación sobre la inflación. Recordemos que en 2021 afirmó que el aumento de la inflación era transitorio. No tuvo más remedio que rectificar esta afirmación en 2022, con uno de los ciclos de endurecimiento monetario más agresivo de la historia. En el último trimestre de 2023, lanzó la idea de un aterrizaje suave y de una desinflación gradual, para cambiar de nuevo su discurso en enero, cuando se dio cuenta de que la inflación no estaba cayendo tan rápido como había previsto. Llegamos así al punto en que nos encontramos ahora: un contexto de intereses más elevados durante más tiempo, justificado por la continua fortaleza de la economía estadounidense y la persistencia de la inflación.
A este contexto debemos añadir un tercer elemento: las elecciones presidenciales en los EE. UU. Creemos que este cóctel macroeconómico podrá mantener la trayectoria ascendente y gradual de los rendimientos (Yields) de los bonos del Tesoro de los EE. UU. que hemos visto desde enero o, al menos, mantenerse en un canal estrecho. Sería insensato ignorar los riesgos que estas elecciones conllevan para la economía estadounidense (déficit presupuestario elevado y creciente, presión sobre el gasto de los hogares, gran endeudamiento), por lo que consideramos justificado mantener una sobreponderación en los EE. UU. a medio plazo.
El BCE y la divergencia con la Fed
Por otra parte, en Europa se prevé un discurso un poco diferente. La comunicación del BCE ha sido más clara en cuanto a su intención de empezar a reducir los tipos de interés en junio. Su ejecución provocará una discrepancia con la Fed, con la que los inversores tendrán que lidiar más tarde. Por lo tanto, optamos por mantener la sobreponderación en duración de la deuda del núcleo europeo. Estamos infraponderados en duración en la deuda de la periferia europea, ya que creemos que las valorizaciones siguen siendo forzadas y el perfil de rentabilidad-riesgo está orientado a la baja, puesto que la oferta prevista provocará un aumento significativo de los diferenciales.
Por último, el contexto macroeconómico del Reino Unido, con una inflación elevada y crecimiento débil, plantea interrogantes sobre el riesgo de estanflación. Hemos optado por mantenernos neutrales sobre la duración británica, debido a su razonable valorización.
¿Cómo navegar con éxito el próximo ciclo de políticas monetarias?
Los rendimientos de los bonos permanecen en su nivel más atractivo desde la crisis financiera de 2008. En otras palabras, los inversores todavía pueden obtener rendimientos superiores a la liquidez sin tener que comprometer la calidad o ampliar la duración. Sin embargo, es necesario analizar bajo un microscopio los diferentes activos que componen este vasto universo de inversión. Por ejemplo, somos neutrales en lo que respecta a los bonos corporativos globales con grado de inversión, pero al analizar las tesis por regiones, creemos que las valorizaciones de los bonos estadounidenses con grado de inversión continúan siendo extremadamente elevadas y preferimos sus homólogos europeos porque creemos que sus diferenciales siguen siendo atractivos.
En resumen, creemos que el alto nivel de incertidumbre en los mercados justifica un enfoque flexible, global e imparcial de los sectores, emisores y las clasificaciones crediticias, para navegar con éxito el próximo ciclo de políticas monetarias.